Miña querida Sherezade es un libro protagonizado por otro libro.
Una historia muy especial.
Ser un libro es maravilloso. Excepto cuando llega la vejez. Entonces te das cuenta de que estás hecho un desastre. Los personajes que viven dentro de ti te dan la espalda porque no puedes ofrecerles la vida que ellos quieren. Caes enfermo. Tienes tanta fiebre que sudas tinta. Y sientes la muerte muy cerca. Yo no quiero terminar así. Sé que todavía tengo una historia más que contar. No está en mis páginas, sino grabada en mi corazón. Y no es una sola, si no muchas. Porque yo nací en 1908 en la Casa Editorial de Saturnino Calleja. Viajé a Cuba en el bolsillo de un hombre rico e regresé en la mano de un pobre emigrado gallego. Conocí el amor y el desamor, sobreviví a una guerra civil, alimenté sueños, transmití mensajes, salvé y fui salvado. Yo guardé dentro de mi el color dorado de todos los desertos, a Simbad, Alí Babá y Aladino.
Por eso te pido, mi querida Sherezade, que no te vayas, que ahora seas tú quien me escuche.
Porque puede que esta sea a mi última historia.